Los comienzos siempre son complicados, y en la Escuela más. Caras nuevas, sitios nuevos, rutinas nuevas.. Aun conociendo el contexto, todo lo que nos encontramos al entrar en el Cole por primera vez es nuevo. Hasta el aroma que se respira por los pasillos es distinto al que había en épocas pasadas. El lento paso del tiempo deja su huella en las mesas, en las estancias, en las personas. Y allí donde recordábamos un gesto, una sonrisa, ahora nos encontramos una mirada, una mano amiga.
Mi primera mañana el tiempo pasó deprisa. El ir y el venir por los pasillos, las prisas con los horarios, el descontrol de ubicarse por primera vez.. Todo estaba pensado de sesión en sesión. Casi, de minuto en minuto. Pero desde el mismo momento en el que atravesaba la puerta de cada aula el mundo parecía detenerse y un nuevo reloj, más denso, más exacto, se ponía en marcha para contar los eternos momentos que transcurrían entre tarea y tarea.
Parte del alumnado ya era conocido para mí. No en vano, repetir las prácticas en el mismo Centro del año anterior me sirvió para reencontrarme con viejos amigos y para romper el hielo con mis antiguos alumnos. Este año, los pequeñajos de siete años formarán el grupo al que más tiempo y cariño dedique. Ellos, mis niños, son inquietos, espabilados, creativos, movidos, nerviosos y muy curiosos e inteligentes. Apenas les ofreces una oportunidad de demostrar sus ganas de crecer, de aprender, se enganchan sin reparo y se muestran dispuestos a dar el todo por el todo.
En mi primer día de prácticas, su tutora, que también es mi tutora de prácticas, me ha puesto al día acerca de el qué, el cómo y el dónde se encuentra el grupo. Las rutinas diarias, los recursos que emplea, los textos y cuadernillos que diariamente corrige. Todo, lo bueno y lo no tan bueno, se abre ante mí mostrándome una radiografia precisa y real de lo que se cuece en el aula.
A veces grita, otras aplaude y la mayor de las veces dedica afecto y ternura a sus muchachos.. y no es que no sea exigente con las tareas. Simplemente se preocupa con cariño sincero del alumnado. Ella es recia de carácter, pero luchadora y trabajadora como la que más. Me ha sorprendido con gran placer ver el enorme control que lleva sobre cada uno de sus alumnos. Los conoce cual madre conoce a sus retoños. Sabe de qué pie cojea cada uno y no deja escapar la oportunidad de acercar al grupo todo aquel contenido susceptible de ser utilizable. Me gusta, si bien su fuerte personalidad es un rasgo que condiciona su forma de entender y practicar la docencia.
También he estado con los chicos de sexto. Con ellos hemos visto una aplicación en la pizarra digital en la que a través de acertijos, operaciones aritméticas y ejercicios de memoria, los alumnos mantienen despierto su interés por aprender. Me resulta tremendamente curioso el enorme poder de descentración que las nuevas tecnologías tienen sobre un grupo de alumnos preadolescentes. En un entorno donde el exceso de hormonas es una constante, lograr tal implicación por su parte me parece algo casi mágico. Deberé investigar y reflexionar sobre el tema.
Así pues, entre idas y venidas, saludos, recuerdos y multitud de informaciones conceptuales y metodológicas, pasó mi primer día de prácticas. Tal exceso de información exige un pausado ejercicio de reflexión que permita ordenar las ideas y poner en orden todo aquello que a partir del día de hoy se convertirá en la rutina a seguir.
Me voy a presentar… Soy Óscar, docente dedicado a la Escuela y a la educación desde mucho antes de ser consciente de esta realidad. Mi intención es compartir con todos vosotros las reflexiones, expectativas, inquietudes y experiencias surgidas al calor de mi labor diaria como profesor de Geografía e Historia en un modesto y familiar Colegio de cabecera de Provincia. Así pues, me gustaría compartir con todos vosotros este camino y esta vocación que tan feliz me hace.
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