martes, 15 de febrero de 2011

Maestros multiusos

Como podéis imaginar a mis 34 años uno ya ha visto sino de todo si de casi todo. Sin embargo, a pesar de las horas y horas que he dedicado en mi vida a formarme jamás me había preparado para observar acontecimientos como los que he vivido esta mañana. Y la verdad, ya sé que estás anécdotas no marcarán un antes y un después en la historia de la educación, son simplemente historias de escuela, pero a mí me han servido para reflexionar.

Esta mañana, en clase de lengua, mientras todo el grupo participábamos de una actividad de "Lectura Amiga" me encontré con un alumno incapaz de mantener ni un solo instante unos niveles de descentración aceptables que le permitieran seguir la lectura con normalidad. El aula estaba en silencio, cada niño estaba a su tarea. Le tocaba leer a "Manolita" cuando de repente, levanto la vista del texto con el pretexto de efectuar un control visual del grupo y me encuentro a "Pepito" abriendo la ventana y dándose voluntariamente cabezazos contra la misma, constante y repetidamente, uno tras otro, zas, zas, zas...

Sé que estuvo mal, pero no pude esconder una sonrisa de nerviosismo y desconcierto que fue detectada inmediatamente por el resto del alumnado. Pero ¿cómo puede un niño de esa edad llegar a golpearse voluntariamente contra la ventana?, ¿qué pasará por su cabeza, y por su corazón, para llamar la atención de esa forma?, ¿sabrá su familia el déficit de atención y cariño al que está sometido su hijo? y como tutor/a ¿de qué recursos disponemos para atender estos casos?, ¿debo implicarme más?, o mejor ¿mirar para otro lado y procurar que no interrumpa mis clases?, ¿y si fuera mi hijo?, entonces porqué no hacerlo con los hijos de los demás. Con todo ello, uno más que maestro uno debe ser psicólogo para poder interpretar, reflexionar e intervenir con niños que presentan esta problemática.


En cualquier caso y por si esto no fuera poco, al tiempo, pasados unos breve instantes, otra de mis niñas se sintió indispuesta y sin previo aviso, sin darnos cuenta nadie se puso a vomitar en mitad del aula con el consiguiente susto que todos nos llevamos. La situación se volvió tensa, los restos de su almuerzo escurrían por su pupitre, por la silla, por el suelo, por las mochilas de sus compañeros, etc. La pobre niña, pálida y avergonzada, tuvo que marcharse al lavabo a asearse, refrescarse y tranquilizarse mientras que mi tutora y yo nos afanábamos en limpiarlo todo con ardua rapidez. Había que ventilar el aula y quitar importancia al suceso que acababa de ocurrir.

Con todo ello yo me pregunto ¿cómo es posible que en un Centro con más de 180 alumnos no haya un asistente técnico educativo, ni un conserje, ni un bedel, ni una persona especializada encargada de gestionar y dar asistencia en estas situaciones?.

El resultado final es que es el maestro el que debe ejercer de papá o mamá de todos sus alumnos, de médico de cabecera que atienda sus problemas, de psicólogo de familia que oriente y aconseje ante las dificultades, de conserje que abra las puertas del centro al entrar a primera hora, de técnico de mantenimiento que arregle las persianas cuando estás dejan de funcionar, o de informático que instale la impresora si quiere que sus alumnos puedan tener una determinada ficha o esquema hecho a ordenador. Al final, todos y cada uno de los oficios y tareas vinculados a la escuela terminan siendo realizados por los maestros y claro, los maestros somos eso, maestros, no todo lo demás. Eso por no hablar de las tareas de secretaría y "legalitis" que con tanto PEC, PGA, PC, ACI, documentos de EOEP, etc. uno debe hacer un MBA para poder relacionarse con la administración educativa en tiempo y forma.

De ahí mi afirmación inicial de que el maestro debe ser un ser un multiusos que esté dispuesto desde coser un botón a hacer dictados. Y al final, los niños, nuestros pobres y sufridos niños, son los más perjudicados en toda esta historia. Y para remate, en estas fechas y gracias a la tan recurrente crisis (que suerte han tenido algunos con la crisis), nuestros gobernantes han tomado la sabia decisión de congelar las oposiciones, congelar las plantillas y apostar porque con el mismo número de maestros (eso sin tener en cuenta a todos aquellos compañeros que han alcanzado su edad de jubilación) se atienda a un número creciente de alumnado.

¡¡ Viva la calidad de la enseñanza pública !! Sí señor.

En cualquier caso, mientras los niños sean los principales moradores de las escuelas, deberemos seguir siendo maestros multiusos. Porque por encima del tiempo que exige atender a tantas cuestiones, a pesar del esfuerzo personal que implica corregir todas estas deficiencias, a pesar de tener que dedicar horas y esfuerzos no pagados a tareas que no nos competen, a pesar de todo ello, nuestros niños no tienen la culpa. Se merecen nuestro respeto, nuestro trabajo y nuestro cariño.

Y es gracias precisamente a la dimensión emocional y afectiva del magisterio por lo que cientos de maestros en cientos de escuelas siguen perdiendo de sus legítimos derechos en defensa de unos alumnos que inconscientes de la realidad que les rodean son testigos mudos de como callada, paulatina e inexorablemente se van limitando sus derechos.

¡ Qué suerte tiene la administración..!, ¡qué rentable les salimos los maestros, que por el precio de un profesional adquiere un empleado multiusos..!

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