Tras dedicar la jornada de ayer a plantearme firmemente qué estoy haciendo con mis prácticas, hoy he decidido pasar a la acción. Y hacerlo, como por donde debería ser lo normal, por el principio. Para ello me he propuesto pasar de las palabras a la acción y tras dedicar un tiempo prudencial a reflexionar sobre lo que le están faltando a mis prácticas para que sean realmente mías he decidido ponerme en movimiento.

También hemos dedicado tiempo a elaborar el examen de mates del martes 22. Así pues, tener que realizar este trabajo en solitario me ha servido para enfrentarme a las dificultades que surgen a la ora de evaluar a tus alumnos sobre los contenidos vistos en el temario. ¿Seré muy duro?, ¿cómo corregir para ser lo justo con todo el alumnado?, ¿es bueno atender a las particularidades de cada niño o evalúo a todos con la misma vara de medir?, ¿veinte preguntas serán muchas para niños de siete años?, ¿y el dictado?, y ¿hago comprensión lectora?
Elaborar exámenes requiere atender a más cuestiones de las que a priori uno puede plantearse. No solo es una cuestión de saber escoger y adaptar convenientemente los contenidos evaluados a lo visto en clase sino que surgen una serie de cuestiones metodológicas que es preciso conocer. Todo ello, sin menoscabo de las cuestiones referidas a los criterios de corrección y puntuación. Así pues, fui yo el primer sorprendido al comprobar todo el tiempo extra que mi tutora y yo tuvimos que dedicar a esta cuestión.
Sin embargo, la evaluación es tan solo uno de los aspectos de los que me haré responsable en solitario a partir de ahora. El resto de tareas, trabajos, planificaciones, e intervenciones necesarias para sacar adelante la tutoría de segundo curso han pasado a ser responsabilidad mía. Hoy he sido yo el que ha establecido los deberes y tareas que se han llevado a casa mis niños. Me los he llevado a casa para corregirlos, y con los resultados obtenido he elaborado unas fichas con comentarios personales sobre cada alumno donde identifico no solo el dominio que cada niño tiene de los contenidos conceptuales, sino también de los procedimentales y actitudinales.
Este registro es diario y personalizado y me va a ayudar a conocer aún mejor el contexto de cada alumno y del grupo. Saber en que falla cada crió o porqué falla, o si todo ello tiene relación con la actitud que ha mostrado durante las sesiones de clase. Ver que contenidos no han quedado suficientemente claros, que cuestiones hay que volver a explicar, etc. y sobre todo me sirve como una potente herramienta con la que poder replanificar la intervención didáctica prevista para la siguiente sesión. Es decir, me permite completar ciclos diarios de planificación, intervención, evaluación y análisis de los resultados obtenidos. Lo que a su vez me posibilita orientar la acción didáctica de la siguiente jornada en función de las necesidades personales y grupales del alumnado.
Con un lenguaje más simple y coloquial. Al evaluar al alumnado diáriamente y elaborar un registro con los datos más representativos puedo conocer aquello en lo qué niño está fallando y reforzar la acción educativa en el sentido correcto. Vamos, me permite tomar las riendas del aula, y ser yo, en primera persona quien ejerza de auténtico maestro tutor del grupo.
Con todo ello, esta mañana he tratado de dar un nuevo rumbo a mis prácticas. He vuelto a poner en marcha todo aquello que llevo en mi interior, he vuelto a caminar, a ser protagonista de mi propia historia en la Escuela. He dado un paso más mi proceso de crecimiento y maduración. Estas semanas de practicas me han servido para reflexionar y ser consciente de lo que debo mejorar, me han servido para identificar mis fallos, tomar aliento, replantearme el trabajo y re-comenzar una vez más con nuevo impulso cargado de alegría e ilusión. Ya os contaré como continúa esta historia.
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