lunes, 21 de febrero de 2011

Reflexionando sobre la reflexión

Todos los lunes son complicados. Para nosotros los docentes que comenzamos una nueva semana preocupados por llevar a buen término las expectativas, proyectos y objetivos que nos hemos propuesto y para los alumnos que se deben desenganchar del asueto dominical y volver a la rutina y el trabajo diario. En el ambiente se percibe que unos y otros afrontamos los días que quedan por delante con nerviosismo e ilusión. Quién más quién menos se ha hecho sus planes y todos esperamos poder las jornadas que están por llegar colmen nuestras esperanzas.

Este fin de semana he dedicado tiempo, mucho tiempo a reflexionar sobre todo lo ocurrido la semana anterior. Las decisiones que he tomado condicionan notablemente la planificación de las propuestas de esta semana. Y no solo se trata de poner en práctica lo aprendido durante estas días de prácticas, sino que las nuevas responsabilidades asumidas libre y voluntariamente implican un plus de esfuerzo e ilusión. Estos dos días de descanso los he dedicado a preparar, a planificar, a organizarme y a analizar todos los datos y registros que a lo largo de la semana pasada había ido anotando en mi cuaderno de campo. Tener bien claro lo que pasa en el aula me ha permitido prever qué ocurrirá ante una determinada intervención, y en función de ello establecer las previsiones necesarias para regular la práctica docente.

Corregir el examen de lengua de 2º y el de cono de 6º me ha permitido aproximarme mucho más a la realidad del aula, entendiendo porqué se dan determinados comportamientos y sobre todo, me ha permitido entender no solo las limitaciones o capacidades académicas y cognitivas de cada alumno, sino que he podido entender porqué en el aula "Pepito" es considerado como el líder mientras que "Manolito" es tratado por el grupo como el tonto de la clase. No creo que sea necesario recordar que a estas edades la sensibilidad social y la empatía que muchos alumnos muestran por sus compañeros es casi nula.

Así pues, hoy, a lo largo de la jornada me he encontrado ante varias situaciones educativas que me han ayudado a reforzar mis convicciones personales demostrándome una vez más que en esta profesión cualquier esfuerzo es poco si se quiere disfrutar del placer del éxito. Uno siempre aprende algo en las aulas, siempre se hay cosas por descubrir, por estudiar.

Hoy he comprobado una vez más que es preciso saber adaptarse al contexto y hacer en cada momento lo que uno debe hacer. Qué más da que sea blanco o negro. Si tu alumno se disloca la muñeca y no puede escribir, tú deberás improvisar un examen oral que te permita saber todo lo que él sabe. Es más, siendo inteligente y haciendo las preguntas adecuadas podrás llegar a profundizar mucho más que por los métodos tradicionales de evaluación.


Hoy también me he dado cuenta de lo que podemos llegar a molestar a nuestros propios compañeros maestros. Apurar hasta el último segundo del cambio de clase para repartir tareas, dar indicaciones, echar reprimendas o imponer castigos tan solo sirve para generar estrés y nerviosismo tanto en el alumnado como en el maestro que está esperando para impartir su clase. Creo que debemos ser más respetuosos con nuestros colegas y tratar de no interrumpir sus sesiones cuando consideremos oportuno simplemente por el mero hecho de ser el tutor de un grupo. ¿Cómo vamos a enseñar el respeto y la empatía por el prójimo si nosotros como docentes no lo practicamos con el resto de colegas del Centro?

Por otra parte, hoy me he visto aprovechando cada ratito muerto, cada segundo libre en el aula para hacer simultáneamente mil y una tareas. Corregir exámenes, tomar notas de las tareas, adaptar la siguiente sesión a las particularidades inmediatas del contexto, etc. Soy consciente de que una actitud responsable y trabajadora no solo te facilita la organización y gestión de las cuestiones académicas sino que asumir un ritmo de trabajo constante y exigente facilita que el alumnado avance con mayor facilidad.

Por último, esta mañana he sido testigo de cómo una compañera del centro, responsable de vigilar el recreo, ha aprovechado los primeros instantes de su sesión para reunir a su alumnado y hacerles reflexionar sobre la necesidad de aprender a resolver los conflictos entre ellos de forma ordenada y respetuosa. Eso es algo más que enseñar, eso es formar personas responsables y no meros contenedores de contenidos. A este respecto, considero que desde la Educación Física hay mucho que trabajar ya que disponemos de los medios y los recursos necesarios para enseñar al alumnado a gestionar su juego motor, a establecer estrategias o a resolver problemas entre iguales.

Así pues, nunca es tarde para pararse y recapitular sobre aquello que estamos haciendo en el día a día. Habrá momentos en los que la reflexión inmediata sobre la acción nos permita descubrir aspectos o cuestiones que de no ser así no quedarían suficientemente claras. Por otra parte, también es bueno pararse a pensar, y con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo profundizar en reflexiones más pausadas y serenas. Ver la realidad desde la distancia nos ayuda a desvincular los acontecimientos de su carga emocional y permite realizar juicios de valor y análisis más justos y objetivos.

De este modo, hoy lunes, al comenzar esta semana puedo afirmar que me siento feliz y orgulloso del trabajo realizado, y que espero que me quede de prácticas escolares sea tan gratificante y fructífero como lo ya vivido.

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