jueves, 24 de febrero de 2011

!! Vayamos por partes ¡¡ dijo el forense...

¿Cómo se sentirían ustedes si al llegar a su trabajo se encuentran con que les han cambiado de departamento? Se tienen que hacer cargo de otra sección de la que desconocen todas sus características. Cuando menos, se sentirán incómodos y desconcertados, ¿verdad? Pues algo parecido sentí yo esta mañana cuando en un cambio de clase me asomé por el aula de 1º a ver por qué había tanto jaleo y me encontré con mi tutora, que me pidió que hiciera el favor de quedarme “un rato” con el grupo hasta que llegase el profesor/a encargado de impartir la siguiente clase.

Cuál fue mi sorpresa cuando pasados diez minutos por allí no apareció nadie. Pasaron otros diez y todo seguía igual. Pasaron otros diez y lo mismo... Bueno, que aún estoy esperando a que venga el profesor encargado de ese grupo. Posteriormente, en el recreo me acerqué a dirección para mirar el tablón de sustituciones. Quizás, por un despiste mío, esa hora me tocaba sustituir a un compañero/a. Pero no. Mi nombre no estaba por ninguna parte. En su lugar, "Manolita" aparecía como la maestra encargada de impartir esa clase. Pero "Manolita" nunca pasó por clase.

Así pues, de esta forma tan particular es como mis prácticas escolares se usan en el Centro para cubrir permisos de compañeros que por circunstancias personales no pueden asistir a su puesto de trabajo. Siendo honrado, he de reconocer que son situaciones puntuales, pero que en cualquier caso representan un modelo, una forma de entender la organización y la gestión escolar.

Además y para colmo de mi paciencia, esta mañana me fue imposible impartir mi sesión de matemáticas a mi grupo de referencia por las constantes y repetidas interrupciones que causaba otro compañero con sus constantes  incursiones en clase. Entra y sale, entra y sale, entra y vuelve a salir, y así hasta la eternidad. No os podéis ni imaginar lo molesto y complicado que es tratar de explicar a un grupo las multiplicaciones con llevadas mientras otro maestro/a pulula por el aula interpelando a unos, pidiendo el cuaderno a otros, entregando notas al resto, etc. Si ya es difícil captar la atención del alumnado durante cierto tiempo seguido, con otra persona en el aula, cortando e interrumpiendo cada cinco minutos la tarea se convierte en misión imposible.

El caso es que esta mañana terminé mi jornada desquiciado y sorprendido por la particular forma de gestionar los asuntos relativos a la organización escolar.

Y no lo digo por mí, que sé que mi cometido es ser capaz de adaptarme a las circunstancias del contexto y hacer mi trabajo con la mayor profesionalidad y eficiencia posible. Y de hecho así lo hice. Lo digo por el alumnado. Pienso en los críos, en los niños y niñas que ven atónitos un desfile de maestros por el aula el día que por motivos justificados falta su tutora.

¿Cómo podemos pedir a esos niños que estén atentos e implicados en la tarea si son los primeros que perciben que algo no funciona como el resto de los días? ¿Cómo podemos exigir al alumnado que se respete si nosotros mismos, los maestros, somos incapaces de respetar el trabajo de nuestros colegas? ¿Cómo es posible que nadie me informase de que debía cubrir a una compañera? ¿Qué contenidos tenía que darles?, ¿hacemos tareas?, ¿corregimos ejercicios?, ¿explicamos materia?, ¿toca mates o nos vamos al aula de informática?.. Mejor hacemos un dibujo.

Nadie se acercó por allí para indicarme por dónde se llegaban en el temario. Nadie me indicó si estábamos en mates o en religión. Tan solo estaba allí, esperando a que el maestro responsable del grupo se acercase por el aula. ¿No se merecen esos niños un sistema educativo que garantice la calidad de la enseñanza que reciben? ¿Qué responsabilidades podemos pedir a la dirección de un Centro que se ve obligado formar a sus alumnos con menos recursos de los necesarios? ¿Por qué las administraciones educativas no dotan de profesorado suficiente a los centros para cubrir este tipo de contingencias?

 Si mi hijo estuviera en esa aula no me gustaría que sufriese tal descontrol organizativo. Los forenses, profesionales serios, ordenados y metódicos suelen decir que es fundamental ir por partes.. Si no, vaya caos, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no podemos gestionar mejor nuestras escuelas?, ¿porqué entendemos como normal que sea el maestro en prácticas el que haga las sustituciones que nadie quiere hacer?

Y respecto al otro particular... creo que no es la primera vez que comento en este foro lo incómodo y desagradable que es que interrumpan constantemente tu trabajo. No voy a insistir más.

Así pues, tenemos lo que nos merecemos. Nosotros los maestros somos los primeros interesados en evitar que estas situaciones se repitan. Debemos ganarnos el respeto de la sociedad, al igual que debemos ganarnos el respeto y el cariño de nuestro alumnado. No se trata de hacer, sino de saber hacer, y sobre todo, de saber por qué se hace.

A lo largo de estas semanas he pasado por multitud de situaciones escolares que me han ayudado a acercar mi visión de la escuela a la realidad del día a día. He comprobado cómo el peso de la costumbre permite que determinados modos de proceder se acepten como normales, que la rutina convierta en norma principios que están diametralmente opuestos a los principios pedagógicos y didácticos más elementales. He disfrutado de cada momento, de cada sonrisa, de cada historia. Todo ello compensa y gratifica por los sinsabores de otros momentos. La Escuela somos todos los que formamos parte del ámbito educativo y somos los más interesados en que nuestro trabajo responda a las expectativas creadas.

Construyamos entre todos una Escuela a pie de calle, pegada a la realidad de cada día, pero que esté bien gestionada. Seamos como los forenses y vayamos por partes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario